jueves, 9 de septiembre de 2010

La llama sagrada del periodismo es la duda - Tomás Eloy Martinez


De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo.
Un periodista que conoce a su lector jamás se exhibe. Establece con él, desde el principio, lo que yo llamaría un pacto de fidelidades: fidelidad a la propia conciencia y fidelidad a la verdad. A la avidez de conocimiento del lector no se la sacia con el escándalo sino con la investigación honesta; no se la aplaca con golpes de efecto sino con la narración de cada hecho dentro de su contexto y de sus antecedentes. Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas que se desvanecen al día siguiente, sino que se lo respeta con la información precisa. Cada vez que un periodista arroja leña en el fuego fatuo del escándalo está apagando con cenizas el fuego genuino de la información. El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta.
El periodismo nació para contar historias, y parte de ese impulso inicial que era su razón de ser y su fundamento se ha perdido ahora. Dar una noticia y contar una historia no son sentencias tan ajenas como podría parecer a primera vista. Por lo contrario: en la mayoría de los casos, son dos movimientos de una misma sinfonía.
El lenguaje del periodismo futuro no es una simple cuestión de oficio o un desafío estético. Es, ante todo, una solución ética. Según esa ética, el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez.

Santiago Pecollo

"toda verdad instalada, por el mero hecho de estarlo, es sospechosa."

Saramago apela al periodismo de reflexión para instalar la duda en la sociedad

El Nobel de Literatura inaugura el curso de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS

- Madrid - 09/02/2001
Además del periodismo de información, de opinión y de investigación, el premio Nobel de Literatura portugués José Saramago apeló ayer al periodismo de reflexión como fórmula para instalar la duda en la sociedad. El autor de La caverna inauguró la XV edición de la Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid-EL PAÍS, con un lúcido, y a veces severo, juicio hacia una profesión que cultivó durante los años setenta. Saramago animó a todos los periodistas a 'darle la vuelta a los hechos' para no quedarse sólo en 'la espuma que fluctúa en la superficie'.
(…)José Saramago arrancó la lección inaugural del Master de Periodismo UAM-EL PAÍS preguntándose si es necesario reinventar el periodismo, y salpicó su intervención con anécdotas rescatadas de sus tiempos de editorialista. 'Escribía sin que nadie me dijera nada. Yo era una persona enfrentada con su propia conciencia'. Destacó Saramago 'el privilegio, la suerte y la responsabilidad' de escribir todos los días sin que el director conociera sus opiniones hasta verlas publicadas al día siguiente. De aquella época (entre 1972 y 1974) recordó las esperanzas que él y sus colegas tenían puestas en el fin del fascismo para poder abordar 'un periodismo libre y crítico'. Pero, con cierto tono pesimista, aseguró que el panorama es, en realidad, todo lo contrario a lo que imaginaron.
En realidad, Saramago no cree que haya que reinventar el periodismo, pero es partidario de reinventar al periodista. 'El problema del periodista es que vive en un mundo de apariencia', dijo. Por eso, instó a los profesionales a acercarse a los hechos y a dar 'la vuelta completa' a los mismos para poder ver su auténtica dimensión.
Saramago comparó el periodismo en libertad con el ciudadano en libertad. Y vinculó a éste con la democracia. 'La equivocación con consecuencias más nefastas está en el hecho de pensar que la democracia es un punto de llegada. Tanto para la democracia como para la vida social, la democracia no es un punto de llegada, sino un punto de partida'. Aseguró que toda la capacidad de protesta, incluso la que se ejercía en la clandestinidad, se agotó cuando llegó la democracia.
En esta línea de reflexión, el Nobel de Literatura aseguró que el poder real no es el poder político. 'Elegimos un parlamento, pero, que yo sepa, ninguna multinacional se presentó a las elecciones en España o Portugal', dijo. Tras advertir que 'quien gobierna es Bill Gates', reclamó una reflexión sobre la nueva forma de totalitarismo que se esconde bajo el manto de la globalidad económica.
Durante su intervención, Saramago alertó sobre la responsabilidad de los medios, 'infinitamente más grande de la que los propios medios creen tener'. El escritor portugués se mostró convencido de que ningún periodista duda de los problemas que amenazan a la humanidad, pero regañó a los periódicos por no profundizar en las cuestiones que realmente interesan a la gente y por dedicar demasiado espacio a 'la superficie, a la pequeña espuma que fluctúa en la superficie'. También reprochó a los periodistas su actuación como 'prestatarios de contenidos'.

'Que me presenten a la objetividad'

- Madrid - 09/02/2001

Espíritu crítico

Estefanía se refirió a la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS como un centro donde los alumnos 'aprenden a dudar y tener un espíritu crítico'. Ésa fue, precisamente, una de las líneas argumentales del posterior discurso de Saramago. El Nobel de Literatura trazó un panorama pesimista al recordar que no puede haber democracia en un mundo en el que 3.000 millones de personas viven con menos de dos dólares al día. Y se preguntó qué espacio tiene, por ejemplo, África en los medios. 'Ninguno', fue su respuesta.
En su catálogo de prioridades, aseguró que por encima de cualesquiera otras están las necesidades humanas. 'Mientras alguien se esté muriendo al lado de alguien, lo más importante es ponerle un plato. Después ya iremos a Marte, a Júpiter o a Venus'. Tras poner en duda la existencia de la objetividad -'si existe, quiero que me la presenten ahora mismo', bromeó-, depositó sus esperanzas en el periodismo de reflexión. Animó a los informadores a provocar todos los días la alarma social y a dudar de todo porque, en su opinión, 'nada es lo que parece'.
Frente a la avalancha de cambios tecnológicos y a los nuevos soportes del periodismo (con Internet a la cabeza), Saramago subrayó que lo que no ha cambiado desde el punto de vista cultural es el soporte fundamental: la mente humana. 'La mente es capaz de dudar de lo que se está diciendo y de lo que se está proponiendo como una verdad absoluta', dijo. Y recalcó que toda verdad instalada, por el mero hecho de estarlo, es sospechosa.